Día 3 (Desmoralizados)

Hoy nos hemos despertado sin ganas, mi madre se ha ido y nos ha dicho que si queríamos nos quedásemos durmiendo un rato más. Dicho y hecho, con todos nuestros huevos nos hemos dado media vuelta en la cama y a dormir un ratito.

Ya cuando mi madre ha vuelto, nos hemos levantado y hemos ido a la calle. Hemos caminado 20 metros y nos hemos encontrado con una panadería donde nos hemos comprado unos bollos de pipas y otros de pasas muy ricos que han hecho las veces de desayuno. Hemos ido a la oficina de información, y por fin nuestros cuerpos se han visto sorprendidos por la lluvia, LLUVIA, eso que cae del cielo y moja, que se nos había olvidado lo que era...

Hemos visto las típicas casas hanseáticas de Bergen, que son muy bonitas, de madera, y están todas torcidas... Cada una es de un color diferente http://www.forodefotos.com/attachments/noruega/4998d1223124370-bergen-bergen.jpg y antiguamente era el sitio donde los hombres hanseáticos alemanes iban a trabajar pescando y cazando. Las casas tienen 3 pisos, un primer piso donde guardan las mercancías pesadas, un segundo piso donde vivían los dueños de la casa y un tercer piso donde vivían los aprendices. ¿Que qué aprendían los aprendices? Pues no tengo ni la menor idea... Lo que sí sé es que se les hacían novatadas, de hecho, por lo visto hubo más de una desgracia en esas calles tan estrechas por culpa de las novatadas (esto yo no me lo creo, pero se lo escuchamos decir a un guía que hablaba en español y nos acoplamos a su grupo unos minutos, lo justo para oír esa historia y decir, venga hasta luego...).

Hasta el momento solamente llovía un poco cada 10 minutos, unas gotas... De esto que no da tiempo ni a que se moje el suelo, pero al menos no hacía calor. Hemos seguido dando un paseo por el puerto (que en el español de aquí se dice brygge) y hemos llegado hasta una torre que se llama Rosenkrantz (https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCB204C2UlGqhSAo0XP3JWNeva9XHsDwjKfP1wNIONy60DBp2cV96M2igHjlMSAfsBmNGltP5-vnWKWlwtPZBYvknkuZJaUqoMPtqW_qLKTKlH1kRrXzXrBohdMuLNA3CBHvV6GvFIfnE/s1600/DSC03859.JPG), a la que podíamos entrar pagando 50 coronas noruegas, que ya no sabemos si son 6 euros, 60 coronas suecas, 5 dólares o 3 libras, tenemos un lío de números en la cabeza... Detrás de la torre había unos barcos grandísimos, de estos que cruzan el atlántico por lo menos. Tras mirar media hora con la boca abierta un barco gigante que estaba abierto por delante (mi madre y mi hermano me han tenido que quitar de ahí) nos hemos vuelto por el mismo puerto por delante de las casitas estas de colores. Hemos llegado hasta el mercado de pescado, donde hay un puesto, el más grande, que está regentado por unos argentinos, así que ahí todo el mundo hablaba español.
Nos hemos sentado a comer un bocadillo de gambas con mayonesa que estaba impresionante, un fish and chips pero con pescado recién pescado y un filete de salmón noruego con patatas que estaba también buenísimo. Ha sido en este momento cuando nos hemos dado cuenta de que ya no iba a dejar de llover en todo el día, o quién sabe cuándo... Nos hemos ido a la oficina de información otra vez a preguntar a qué horas salen los cruceros por los fiordos y todo eso. Allí también hablaban español, así que bastante bien la cosa del idioma, aunque todos hablan un inglés perfecto los noruegos.

Ha sido en este momento que ha empezado lo que comúnmente se denomina diluvio universal y hemos decidido volvernos al hotel a cambiarnos de ropa porque estábamos todos empapados. Íbamos de camino para allá y un HdeP ha pasado con su supermegaultraperfecto mercedes benz de  354684138734516987431 euros y cuando tenía toda la calle entera para pasar ha tenido que pasar (el muy cab**n) por encima de un charco sin fondo, y se ha producido un  efecto conocido como "tsunami urbano" que nos ha sepultado a mi madre y a mí bajo 10.000 litros de agua.
Al final, a punto de morir ahogados, hemos conseguido llegar al hotel y cambiarnos de ropa, que si alguno dudaba, ya era obligatorio hacerlo.

Lo más raro de esto es que YA HABÍAMOS COMIDO a las 12 del mediodía, y estábamos en el hotel "echando la siesta" a la una y media. Así que cuando nos hemos ido del hotel a ver si dejaba de llover un rato y podíamos pasear por la ciudad hemos pensado que era media tarde, hasta que uno de nosotros ha mirado el reloj y ha dicho: "¡Pero si son las tres menos cuarto!" Parecía que llevásemos 3 días caminando... Hemos ido a una parte de la ciudad que no conocíamos, y cuando hemos encontrado el mar, hemos pensado que ya no podía estar lejos el puerto antiguo, con las casitas y el mercado de pescado. Nada más lejos de la realidad. La lluvia intensa y el calor que dan los chubasqueros (que te condensa el sudor por dentro y es como si lloviese dentro, sabéis todos de lo que hablo) hicieron que nuestro inocente paseo por el puerto nuevo se convirtiera en un infierno insufrible en el que participaban cada vez más cosas; escaleras que subir, que bajar, charcos enormes... (recuerdo que estamos en el diluvio universal, segunda parte).

En un momento del paseo (por llamarlo de alguna manera) nos hemos encontrado un barco que se llama Hurtigruten http://www.youtube.com/watch?v=WwhMnKT_AfY y yo me he vuelto a quedar enganchado...
Al fin hemos conseguido dar la vuelta al puerto nuevo y hemos visto, tras cruzar lo que parecían los alpes (pero con escaleras, eso sí) el puerto que conocíamos, el de toda la vida. Hemos seguido un poco más lejos y hemos llegado hasta el funicular de la montaña más alta de las siete que rodean Bergen. Es increíble que en la misma costa haya montañas tan altas (son muy altas(de verdad que son muy altas)). Hemos subido arriba de la montaña con el funicular este, muy bonito y moderno dicho sea de paso, y hemos echado un par de fotos y para dentro otra vez (vuelvo a recordar que era el diluvio universal, tercera parte). Ya cuando hemos bajado del funicular y de la montaña hemos ido OTRA VEZ al mercado del pescado (es la tercera hoy, y lo que te rondaré morena) y nos hemos comido una hamburguesa de pescado (ahí todo tiene pescado, pides una lechuga y tiene pescado, una zanahoria y es salmón camuflado) y también hemos probado la carne de ballena, que sabía como la cecina, no estaba nada mal.

Hemos vuelto a volver al hotel, todo esto sin dejar de llover, que nos encanta la lluvia, y nos hemos sentado, y desmoralizado, porque tanta lluvia nos había calado hasta los huesos. Sabes mejor que yo que hasta los huesos solo calan los besos que no has dado, como decía Sabina, pero esta lluvia sí que nos la habían dado, sí...
Después de un rato en la habitación decidiendo lo que hacer mañana nos hemos ido a la estación de trenes, a verla de día, porque anoche cuando llegamos pensábamos en el hotel solamente. Una vez que estábamos allí hemos pensado que mejor podríamos buscar la estación de autobuses, porque pasado mañana nos vamos a Stavanger y tenemos que irnos en bus y no sabíamos dónde demonios estaba la estación. Así que nos vamos a ello, y tras ver varios autobuses parados, no somos capaces de encontrar la entrada. ¿Y qué pasó? ¿La encontramos? Nooooooooo, nos metimos a un centro comercial que pasaba por allí y miramos unas tiendas, nos quejamos de los precios (aunque nos costó mucho mucho traducirlo a euros, con ataques de risa, hipo... De todo, vamos...) y aquí viene uno de los datos más importantes del día (para mí): Tengo una lata nueva para mi colección. Ha sido un dato/sorpresa decepcionante, ¿verdad? pues ahora sabéis cómo nos sentimos nosotros por el día de hoy...

Ahora estamos en el hotel y mi madre quería salir a dar una vuelta, pero se ha quedado dormida, así que creo que hasta aquí hemos llegado por hoy.

Hasta luega!

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